Son las actitudes las que suelen empobrecer a la persona y no la actividad que realiza. En Tentación en Manhattan la madre dedicada a su familia podría disfrutar de su opción, pero parece depender del gimnasio y la crítica para no sentirse vacía. En el otro extremo Momo vierte todo su esfuerzo en el trabajo anulando sus afectos e instinto maternal. Kate en un punto medio compagina familia y trabajo, pero lo que le hace feliz no es conciliar esas dos actividades, sino el inmenso amor que tiene a su marido e hijos y que pone también en su trabajo… parece que la clave está en saber amar, un aprendizaje que da sentido a cualquier vida.