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En los Premios Goya ha sido refrescante oír a Raúl Arévalo diciendo “muchas gracias por quererme tanto” Y es que todos necesitamos sentirnos queridos para actuar con seguridad y confianza, para sacar adelante nuestro mejor yo. Este director novel parece sin embargo veterano en el arte de apreciar el amor… y es que cada persona quiere distinto, como ella es, y necesita sentirse reconocida para aprender a querer más y mejor. En esta reciprocidad del cariño –dar y acoger- las dos posturas se demuestran importantes. Muchas gracias Raúl por compartir con nosotros tu agradecimiento.

Son las actitudes las que suelen empobrecer a la persona y no la actividad que realiza. En Tentación en Manhattan la madre dedicada a su familia podría disfrutar de su opción, pero parece depender del gimnasio y la crítica para no sentirse vacía. En el otro extremo Momo vierte todo su esfuerzo en el trabajo anulando sus afectos e instinto maternal. Kate en un punto medio compagina familia y trabajo, pero lo que le hace feliz no es conciliar esas dos actividades, sino el inmenso amor que tiene a su marido e hijos y que pone también en su trabajo… parece que la clave está en saber amar, un aprendizaje que da sentido a cualquier vida.

Kon-Tiki narra con fuerza y belleza la expedición liderada por Thor en 1947 para probar su teoría: los primeros pobladores de la Polinesia llegaron cruzando el Pacífico desde Sudamérica. Consiguió su objetivo e incluso ganó un óscar en 1951 con el documental, pero le costó la separación de su mujer e hijos. A la vuelta de 70 años se podría llegar a la misma conclusión simulando virtualmente esa impresionante travesía. Ojalá este apasionante testimonio nos ayude a enfocar bien, cuando nos toque decidir en qué “se nos va la vida”.

De la película el profesor de violín me fijo en que Laertes se ve obligado a dar clases de violín en una de las favelas más grandes de São Paulo. Pero cuando empieza a interesarse por sus alumnos y supera la indiferencia su vida se transforma, experimenta la amistad y todo cobra nueva intensidad y sentido… ¿Quizá por eso la educación se puede entender como el arte de diseñar escenarios que inciten a vivir para el otro?

De la última película de Mel Gibson, Hasta el último hombre, quiero fijarme en la honradez de su protagonista. La LEALTAD a sí mismo y a Dios le permite, además de salvar a sus compañeros, querer y ser querido tal como es, construir un nosotros duradero. Es alentador ver al verdadero Desmond Doss ya mayor feliz con su mujer, a pesar de la dureza de todo lo que han vivido.

En “Family man” Jack embebido en su éxito profesional no llega ni siquiera a intuir el sabor de la auténtica felicidad. Cuando una visión le muestra qué hubiera pasado si hubiera decidido formar una familia con Kate, la experiencia de sentirse amado cambia su corazón y jerarquía vital. De alguna manera todos intuimos que APRENDER A AMAR es la asignatura pendiente, de la que depende nuestra felicidad y valor personales. ¡La buena noticia es que siempre estamos a tiempo!

Quiero reflexionar con la película de Woody Allen, Café Society, sobre el VÉRTIGO DE LA LIBERTAD: en ocasiones nuestra felicidad depende de una decisión. Bobby llega a los Ángeles y empieza a trabajar con su tío Phil, afamado agente de Hollywood, enamorándose de su secretaria Vonni. La relación entre ellos se complica y Bobby regresa a Nueva York para recomenzar su vida. La noción del bien –conciencia- en Phil y Vonni es rotunda, y sin embargo no superan la prueba de la autenticidad “contigo pan y cebolla” optando por un sucedáneo del amor, al que también Bobby tendrá que acostumbrarse. El regusto de nostalgia que deja el film quedaría iluminado por el PERDÓN: no somos las personas ríos que no pueden volver atrás. A pesar de las equivocaciones la felicidad es posible: en cualquier situación vale la pena “hacer familia”, empeñarse en amar haciendo mejor al otro.

La película Éxodo: Dioses y Reyes protagonizada por Christian Bale relata la liberación de los israelitas por Moisés del yugo egipcio. No me quiero detener en escenas espectaculares -paso del Mar Rojo, Plagas- en su enfoque postmoderno presentista –explicar el pasado con esquemas actuales- o en la sorprendente actitud del protagonista –el primer Moisés ateo de la historia- Traigo a tu consideración las palabras que por dos veces le dice Ramsés a su hijo: ¿Sabes por qué descansas tranquilo? …Porque te sabes amado. ¿Es esta la esencia de la familia? ¿Qué diferencia existe entre los modelos efímeros de convivencia y la familia que ha perdurado a través del tiempo y las civilizaciones? Parece que esta podría ser su característica esencial, originaria: el fin principal de cada persona es querer a la otra, todos los demás objetivos se sitúan en segundo plano. En el escenario familiar encontramos el principal argumento para crecer como personas, amar y ser amado; especialmente cuando el guion nos trae escenas inesperadas: enfermedad, paro, senectud… Ojalá sepamos aprovecharlas!

The Man Who Knew Infinity (2015) Estados Unidos, dirigida por Matt Brown. 114 min. Drama | Biográfico.
El joven indio Ramanujan y el profesor Hardy mantienen una relación académica en el Trinity College de Londres durante la Primera Guerra Mundial. Basada en un hecho real la película refleja, entre otros temas sugerentes, la incapacidad que experimentan algunas personas para entablar amistad. La investigación reciente sobre la carga temperamental, genética, distingue entre individuos propensos a centrase en la tarea y los que priorizan la relación personal; es decir parece que existe una tendencia inconsciente, emocional, para actuar en un sentido u otro. La familia es el ámbito privilegiado para superar esa carencia porque la razón de ser de cada uno es querer al otro haciéndolo mejor. Si eludimos ese compromiso se convierte en una asociación funcional para resolver las necesidades básicas de la vida diaria. Saber que tenemos algo genial que dar a los demás ayuda a querer para nuestra gente su mejor versión, aprendiendo así a amar.